Selecciones 5

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La cuarta entrega.
Ya expliqué en esta entrada de qué se trata.

Alejandro Dolina
LIBRETO PARA UN  LIBRETISTA

El personaje principal es libretista. Una mañana  comienza a escribir un texto. Allí se lee: "El personaje principal es libretista. Una  mañana comienza a escribir un texto. Allí se lee: el personaje principal es libretista."

Alejandro Dolina, Crónicas del Ángel  Gris, Colaboración de Maia La Gris



c
No existía ninguna fuente visible de luz, y sin embargo todo el lugar estaba extrañamente iluminado, de una manera perfectamente uniforme; y ni mi cuerpo ni los otros objetos que hallé más tarde proyectaban sombras.  Es difícil hablar de la luz, del espacio y del tiempo de aquel lugar.
Anduve mucho, hasta perder de vista la única referencia, el triángulo rectángulo, mi única conexión con aquel plano inclinado por el cual había descendido involuntaria y vertiginosamente.  Pero no lo lamenté; de todos modos me habría sido imposible remontar ese plano hacia su origen, hasta la posibilidad de Beatriz nuevamente; incluso habría sido insensato plantearse un ascenso por las líneas afiladas del triángulo que había utilizado para descender a este plano horizontal.
Traté de olvidar el triángulo, el plano inclinado y, sobre todo, olvidar a Beatriz.  Pensar en ella me debilitaba, allí, al igual que en la superficie, y me impedía buscar soluciones.
Novela Geométrica, Mario Levrero

Psycho Killer1.0


Él pensó que era músico, todavía piensa que soy músico. Cuando nos conocimos yo estaba tocando la guitarra. Intentando aprender a tocar la guitarra; esa fue la confusión. Estaba tan concentrado en un par de malditas notas que pensó que era un músico de verdad, de esos que pueden leer música.
Y es que estaba leyendo un pentagrama, pero sólo para recordar, no porque fuera músico.
-¿Qué estás haciendo? Me preguntó.
-Tratando de tocar- conteste.
Mi apariencia era tan real, como si hubiera sido un gran actor, creo.
No había oportunidad en la cual no insistiera con el tema. Si hasta me citaba con la excusa de algún tema importante y la final saltaba:
-Fijate si está afinada- y etcétera etcétera.
Y yo mi retiraba no sin demostrar mi descontento por hacerme gastar las horas sin sentido.

Ya no toco más pero a veces me llama: -¡ Dale, vamos a tocar!
Estoy yendo para allá con mi estuche; espero que le guste como suena mi escopeta.


Paria

En el bar el tema de conversación es sobre cuántas veces han sido víctimas de robo cada uno de los parroquianos, sus parientes y conocidos. Robos en los taxis, en las plazas, en los cajeros automáticos, a la salida de los bancos, en el cine, en el restorán, en el ómnibus.
-A mí lo que me tiene podrido con este asunto de los robos es que todas las veces me aplican el mismo método. Llámenlo casualidad pero la cuestión es que siempre me vacían un cartón de chocolatada encima y aprovechan el desconcierto para limpiarme los bolsillos. Y siempre logran sorprenderme. Tengo que volverme a casa caminando, chorreando chocolate. Me afanan y encima me arruinan las pilchas. -De todas las veces que me robaron -cuenta Nancy-, el invierno pasado me tocó una parecida a la suya. Un tipo me llevó por delante como si tropezara, traía tres docenas de huevos y se le rompieron todos sobre mi tapado. No sé si tienen idea de lo que pasa cuando treinta y seis huevos se rompen encima de uno. De la nada apareció una señora muy solícita que se ofreció a limpiármelo y cuando quise darme cuenta había desaparecido con el tapadito.
-Mi drama es el auto, en un par de oportunidades se lo llevaron completo, pero en general me sustraen partes. Una rueda, los espejos, la antena, la radio. En una ocasión me dejaron la firma con tiza en el tablero: Chorro López. Al baúl me lo abrieron cinco veces, la última se rapiñaron un par de botas que llevaba al zapatero y un pantalón a la zurcidora. La única vez que salí favorecido fue cuando me forzaron la cerradura de una puerta y me robaron un paquete con cuatro libros de Paulo Coelho que me acababan de regalar. Me hubiese gustado encontrar a los ladrones y darles un abrazo.
Antonio Dal Masetto

-Yo tengo una lista más larga que un rosario. Choreos de toda marca y color. Hace tres días me para un tipo en la calle y me pide fuego. Cuando saco el encendedor, me dice: "Esto es un asalto, dame la guita". Doy vuelta los bolsillos: "No tengo un mango". "Entonces dame los cigarrillos". "Fumo en pipa." "Dame la pipa." "¿Vos fumás en pipa?", le pregunto. "A vos qué te importa -me contesta-, dámela y no te olvidés del tabaco."
Esta noche nos visita el amigo Luis y tímidamente pide la palabra: -No sé si el término que voy a usar es el que corresponde, pero siento una profunda envidia por todos ustedes. A mí en el barrio los vecinos me miran mal. Cuando se cruzan conmigo dan vuelta la cara para no saludarme, voy a comprar cigarrillos y el quiosquero se hace el que no me ve para no atenderme. En todos lados es así. Soy un paria, ¿Y esto por qué? Porque nunca me robaron.
Todos los parroquianos a coro: -¿Cómo que nunca lo robaron?
-Nunca, soy virgen, jamás me robaron. Hice lo imposible para perder el invicto. Camino por diferentes barrios de madrugada, los más pesados, San Telmo, la Boca, Mataderos, Constitución. No pasa nada. Inclusive crucé a la provincia. Nada de nada. Estoy comiendo en un boliche, entran los chorros y le afanan a todos menos a mí. Saco plata del cajero y me paro en medio de la vereda a contarla. Puedo estar una hora con los billetes en la mano. Nada. Estoy desesperado. Las minas me abandonan, hace meses que mi mamá dejó de invitarme a comer los ravioles del domingo, mi padre me trata de usted y me saluda dándome la mano. Daría cualquier cosa por aparecer como víctima en Crónica TV. Después de escucharlo, los parroquianos, uno a uno, se van desplazando hacia el otro extremo de la barra y desde allá nos relojean con desconfianza. Quedamos solos Luis y yo, y me siento incómodo. Inclusive el Gallego nos dio la espalda y acomoda las botellas de los estantes. -Consulté con el psicoanalista -sigue Luis-, me dijo: "Invente un robo, rompa la puerta de su departamento, consígase un amigo que lo asalte, que lo golpee un poquito, que le deje alguna marca". Vos y yo somos amigos de hace años, no me harías esa gauchada, robame por favor -me agarra del brazo.
-No sé cómo se hace, no tengo experiencia.
-Dale que vos podés -le lagrimean los ojos-. Hacé un esfuercito. No aguanto más esta situación.
-Dame un tiempito, dejame planear algo. Dentro de un rato voy para casa, me leo todo Simenon y después te llamo. Calmate, algo vamos a inventar -le digo mientras lo abandono retrocediendo despacito y voy a juntarme con los demás en la otra punta de la barra.
Antonio Dal Masetto


Lengua del Neocriollo
La lengua del Neocriollo será el órgano del gusto y de la expresión a la vez, y estará dominada por mercurio. Tendrá la forma de una cinta larga y flexible, como la de los osos hormigueros; y el Neocrillo la meterá en todas partes, ávido de sabores. Eso quiere decir que su boca será un agujero apenas, y estará desprovista de dientes, ya que el Neocrillo no se alimentará de sustancias groseras, ¡ah, no!, sino de todo lo sutil que hay en este mundo. Y ahora me faltaría describir su piel, órgano del tacto: el Neocrillo tendrá una piel de gran superficie, capaz de contener un prodigioso número de terminaciones nerviosas; y siendo, lógicamente, demasiado grande para su cuerpo, le caerá de frunces y repliegues, como la de los carneros merinos.
Adán Buenosayres, Leopoldo Marechal.

A través de la ventana
el sol sostiene apenas la realidad de un tren
mientras mi hija duerme.

Mientras mi es sostenida apenas por el sol
La realidad de un tren duerme a través de la ventana

ventana, sol y tren sostienen apenas la realidad
mientras duerme mi hija.

mi hija, el tren y la ventana
son realidades que el sol sostiene apenas
por mi hija dormida.
Apenas puedo sostener que mientras mi hija duerme
el sol de la ventana sea tan real como un tren.

Mi hija mientras duerme
sostiene apenas la realidad de un tren
a través de una ventana en sol

mi hija duerme
y sostiene un sol a través de la ventana
mientras la realidad de un tren apenas

Por una ventana con apenas sol

mi hija sostiene la realidad de un tren mientras duerme.
Colaboración de Ricardo Ibarlin, de su autoría

¿Quiere ser usted diputado?

Si usted quiere ser diputado, no hable a favor de las remolachas, del petróleo, del trigo, del impuesto a la renta; no hable de fidelidad a la Constitución, al país; no hable de defensa del obrero, del empleado y del niño. No; si usted quiere ser diputado, exclame por todas partes: -Soy un ladrón, he robado... he robado todo lo que he podido y siempre.
 
Roberto Arlt
Enternecimiento

Así expresa un aspirante a diputado en una novela de Octavio Mirbeu, el jardín de los suplicios.
Y si usted es aspirante a candidato, sigo el consejo. Exclame por todas partes: - he robado, he robado.
La gente se enternece frente a tanta sinceridad. Y ahora le explicaré. Todos los sinvergüenzas que aspiran a chuparle la sangre al país y a venderlo a empresas extranjeras, todos los sinvergüenzas del pasado, el presente y el futuro, tuvieron la mala costumbre de hablar a la gente de su honestidad. Ellos "eran honestas". "Ellos aspiraban a desempeñar una administración honesta". Hablaron tanto de honestidad, que no había pulgada cuadrada en el suelo donde se quisiera escupir, que no se escupiera de paso a la honestidad. Embaldosaron y empedraron a la ciudad de honestidad. La palabra honestidad ha estado y está en la boca de cualquier atorrante que se para en el primer guardacantón y exclama que el país necesita gente honesta. No hay prontuariado con antecedentes de fiscal de mesa y de subsecretario de comité que no hable de "honradez". En definitiva, sobre el país se ha desatado tal catarata de honestidad, que ya no se encuentra un solo pillo auténtico. No hay malandrino que alardee de serlo. No hay ladrón que se enorgullezca de su profesión. Y la gente, el público, harto de macanas, no quiere saber nada de conferencias. Ahora, yo que conozco un poco a nuestro público y a los que aspiran a ser  candidatos a diputados, les propondré le siguiente discurso. Creo que sería de un éxito definitivo.

Discurso que tendría éxito

He aquí el texto del discurso:
Señores: Aspiro a ser diputado, porque aspiro a robar en grande y a acomodarme mejor.
Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores administraciones de compinches sinvergüenzas; no, señores, no es ese elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al trabajo de saqueo con que se vacía las arcas del Estado, aspiración noble que ustedes tienen que comprender es la más intensa y afectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato a diputado.
Robar no es fácil señores. Para robar se necesitan determinadas condiciones que creo no tienen mis rivales. Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, no lo duden, señores. Es segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, señores. Saber venderse   oportunamente, no desvergonzadamente, sino evolutivamente. Me permito el lujo de inventar el término que será un sustitutivo de traición, sobre todo necesario en estos tiempos en que vender el país al mejor postor es un trabajo arduo ímprobo, porque no tengo entendido, caballeros, que nuestra posición, es decir, la posición del país no encuentra postor ni por un plato de lentejas en el actual momento histórico y trascendental. Y créanme señores, yo seré un ladrón, pero antes de vender el país por un plato de lentejas, créanlo..., prefiero ser honrado. Abarquen la magnitud de mi sacrificio y se darán cuenta de que soy un perfecto candidato a diputado.
Cierto es que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre honrado existe, yo me dejo crucificar. Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado están enjutas, es decir, que no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, de Ushuaia hasta Chaco boliviano, y no sólo traficaré el Estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas inofensivas para el Estado, lo cual es un medio más eficaz de evitar la guerra que teniendo armas de ofensiva efectiva, le regatearé el pienso al caballo del comisario y el bodrio al habitante de la cárcel, y carteles impuestos a las moscas y a los perros, ladrillo y adoquines... !Lo que no robaré yo, señores! ¿Qué es lo que no robaré?, díganme ustedes. Y si ustedes son capaces de enumerarme una sola materia en la cual yo no sea capaz de robar, renuncio "ipso facto" a mi candidatura...
Piénsenlo aunque sea un minuto, señores ciudadanos. Piénsenlo. Yo he robado. Soy un gran ladrón. Y si ustedes no creen en mi palabra, vayan al Departamento de Policía y consulten mi prontuario. Verán qué perfomance tengo. He sido detenido en averiguación de antecedentes como treinta veces; por portación de armas -que no llevaba- otras tantas, luego me regeneré y desempeñé la tarea de grupí, rematador falluto, corredor, pequero, extorsionista, encubridor, agente de investigaciones, ayudante de pequero porque me exoneraron de investigaciones; fui luego agente judicial, presidente de comité parroquial, convencional, he vendido quinielas, he sido, a veces padre de pobres y madre de huérfanas, tuve comercio y quebré, fui acusado de incendio intencional de otro bolichito que tuve... Señores, si no me creen, vayan al Departamento... verán ustedes que yo soy el único entre todos esos hipócritas que quieren salvar al país, el absolutamente único que puede rematar la última pulgada de tierra argentina... Incluso, me propongo vender el Congreso e instalar un conventillo o casa de departamento en el Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia, señores...
Con este discurso, la matan o lo eligen presidente de la República.


Roberto Arlt

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Hasta la proxima, ( si yo quiero )

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